La visión de Juan en Apocalipsis 12 ofrece una visión más amplia del conflicto espiritual que está detrás del nacimiento y ministerio de Jesús. La mujer, adornada con imágenes celestiales, representa a Israel, el pueblo del pacto de Dios por el que nació el Mesías. El hijo varón es claramente Jesús, descrito con la misma autoridad mencionada en el Salmo 2:9, donde se dice que el rey prometido gobernará las naciones con “vara de hierro”.
El intento del dragón de devorar al niño refleja los constantes esfuerzos de Satanás por detener el plan redentor de Dios. Desde la matanza de niños por Herodes (Mateo 2) hasta las tentaciones en el desierto, pasando por la incitación a crucificarle en última instancia, el enemigo trató de destruir a Cristo antes de que pudiera fundar su reino. Sin embargo, Juan revela que el niño es “arrebatado para Dios y para su trono”, señalando la resurrección y ascensión de Jesús. Las artimañas de Satanás no pudieron impedir que Cristo estableciera su reinado.
Esta visión nos recuerda que ninguna oposición puede frustrar los propósitos de Dios. La victoria de Jesús es segura, y Su reino es inconmovible. En tiempos de incertidumbre, podemos descansar en la confianza de que el mismo Dios que protegió a su Hijo es soberano también sobre nuestras vidas. La furia del dragón continúa, pero el triunfo de Cristo asegura que sus amenazas finalmente fracasarán.