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Devocional 21 Marzo 2025

March 21, 2025 • Steve Torres
"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apocalipsis 12: 7-12 RVR1960)

La batalla cósmica descrita en Apocalipsis 12 revela una gran victoria que da forma a nuestra comprensión de la guerra espiritual. Este conflicto celestial no es meramente simbólico, sino que representa el momento definitivo en que el sacrificio de Cristo en la cruz infligió el golpe decisivo a la autoridad de Satanás.

Cuando Juan escribe de Miguel luchando contra el dragón, señala el triunfo de Cristo sobre el mal (Colosenses 2:15). Las imágenes son sorprendentes: Satanás, antes acusador con acceso a los tribunales celestiales, es derribado y despojado de su posición. La sangre del Cordero deja sin poder sus armas de acusación.

¿Qué significa esto para los creyentes? Las Escrituras nos dicen que vencemos “ por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio” (Apocalipsis 12:11). Nuestra victoria no se logra con nuestras propias fuerzas, sino mediante el sacrificio de Cristo y nuestro testimonio fiel de esta verdad.

Aunque Satanás continúa su obra engañosa, su tiempo es limitado, y su derrota final es segura. Como nos recuerda Santiago 4:7: “Resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Esta resistencia se ve fortalecida por el conocimiento de que Satanás ya es un enemigo derrotado.

El regocijo del cielo ofrece una visión de la perspectiva divina. Mientras que las circunstancias terrenales pueden parecer complicadas, el mundo celeste celebra el reino y la autoridad establecidos por Dios (Apocalipsis 12:10). Esta alegría celestial debería alimentar nuestra confianza y valentía.

El pasaje concluye con una advertencia y una esperanza. La furia desesperada de Satanás se debe a que es consciente de su inminente fin (1 Pedro 5:8). Sin embargo, para los creyentes, esta oposición intensificada no hace sino confirmar la proximidad de la plenitud del Reino de Dios.

En medio de las batallas de la vida, recuerda que el resultado de la guerra ya está decidido. La victoria de Cristo es completa y, por medio de Él, somos vencedores.

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