La segunda bestia de Apocalipsis 13 parece mansa, parecida a un cordero, pero su voz delata su verdadera naturaleza: habla como un dragón. Esta bestia simboliza la falsa religión apoyada por un gobierno corrupto en lugar de confiar en el poder inherente de la verdad, un patrón que se ha visto a lo largo de la historia.
Vemos este patrón claramente en los días de Jesús cuando los líderes religiosos colaboraron con Roma para eliminarlo. Como calculó fríamente Caifás: “ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. “ (Juan 11:50). Estos líderes temían perder su influencia, ya que “el mundo se va tras él” (Juan 12:19). Tras la ascensión de Cristo, siguieron persiguiendo a los creyentes, demostrando su dependencia de la fuerza política en lugar de la autoridad espiritual. Como observaron Pedro y Juan cuando se vieron amenazados por estos líderes: “Si es justo a los ojos de Dios escucharos a vosotros antes que a Dios, juzgadlo vosotros” (Hechos 4:19).
Este patrón continúa, ya sea a través de ideologías opresivas, sistemas religiosos corruptos o movimientos sociales divisores, estas “bestias” prosperan por medio de la coerción, no de la verdad. Estos movimientos que afirman ofrecer paz, justicia o liberación a menudo revelan un hablar como el de ese dragón cuando buscan silenciar a la oposición mediante la coerción en lugar de persuadir diciendo la verdad. Jesús nos advirtió: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15). Estos movimientos ganan influencia no a través de la verdad, sino a través de señales y prodigios que engañan, ya sean afirmaciones milagrosas o promesas de utopía que apelan a los deseos humanos. Sus promesas parecen atractivas, pero sus palabras y acciones revelan motivos que se oponen al reino de Cristo.
Como creyentes, debemos discernir. Nuestra llamada es a permanecer fieles, basados en las Escrituras y anclados en la verdadera paz que sólo Cristo trae. Mientras que los sistemas falsos requieren la aplicación gubernamental para mantener el control, el reino de Dios avanza a través de la verdad, el amor y el poder del Espíritu Santo. Como nos recuerda Pablo: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Corintios 10:4). En un mundo de corderos falsos, reconozcamos la verdadera voz de nuestro Pastor y sigámosle fielmente, incluso cuando los falsos profetas de nuestra época nos exijan lealtad.
Resistir con fe sin flaquear. El mundo puede estar lleno de voces engañosas, pero la verdad de Dios prevalecerá.