La visión de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21 no sólo nos señala el cielo, sino que es una imagen de la Iglesia aquí y ahora, fortalecida por el Cordero y cumpliendo las promesas de los profetas. Isaías 60 profetizó un día en que las naciones caminarían a la luz de Dios, llevando su gloria a Sión. El Apocalipsis retoma esa visión y la muestra cumplida a través del Cordero que es la lumbrera.
Pedro declara que somos una “nación santa” (1 Pedro 2:9), y Zacarías proclama que “se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día” (Zacarías 2:11). No se trata de esperanzas vanas, sino del cumplimiento de la Gran Comisión. El Reino de Cristo se extiende. No está sólo en el cielo, pues aún quedan naciones fuera de la ciudad, sino que es de naturaleza celestial, irradiando la luz de Cristo al mundo.
Jesús entró en la noche de la traición y la muerte (Juan 13:30) y emergió victorioso como el amanecer de una nueva creación. El sol y la luna ya no son nuestros guías últimos; ahora caminamos a la luz del Cordero. Como nuestro Sumo Sacerdote, Él camina entre los candelabros (Ap. 1:12-13), preparándonos a nosotros, la Iglesia, para brillar en la oscuridad.
Vencer la noche significa vivir de día, andar en justicia, vencer los poderes bestiales de la corrupción religiosa y gubernamental (Ap. 13), y aferrarse a las promesas para los vencedores (Ap. 2-3). Isaías 35:8 la llama la Senda de la Santidad, nadie más que los redimidos caminarán por ella. Sólo los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero pueden entrar.
Pero como Iglesia, no sólo esperamos la gloria, sino que estamos llamados a participar en ella. Reinaremos con Cristo no como tiranos, sino como subpastores (1 Pe. 5:2-4), llevando su justicia, paz y verdad a todos los rincones de la tierra. Somos la luz del mundo (Mt. 5:14). Y cuando la luz de Cristo brille a través de nosotros, todas las naciones se inclinarán un día y confesarán que Él es el Señor (Fil. 2:10-11).
Caminemos con valentía en el día, reflejando la gloria de nuestro Rey resucitado, hasta que las naciones traigan su gloria a Su ciudad.