A primera vista, la frase “hecho tanto superior a los ángeles” podría causar confusión. ¿Cómo podría Jesús, el Hijo eterno de Dios, llegar a ser hecho algo? ¿No fue siempre superior? La respuesta está en comprender que Hebreos no describe un cambio de esencia, sino una revelación de identidad.
Jesús no se convirtió en divinidad: La reveló. Como muestra Filipenses 2:6-11, aunque tenía la forma de Dios, se humilló en la encarnación y más tarde fue exaltado. Su exaltación reveló lo que siempre había sido verdad: Jesús es Señor, Rey e Hijo. Hebreos utiliza este modelo repetidamente, mostrando cómo el plan de Dios se desarrolla no cambiando la verdad, sino revelándola más plenamente con el tiempo.
Jesús heredó un nombre más excelente, no por promoción, sino por derecho. Como Hijo, es el heredero de todas las cosas (Hebreos 1:2). Ese nombre, “Hijo”, no es uno de tantos, sino monogenēs, “unigénito”, que significa único e insustituible (Juan 1:14, 18). Los ángeles, como mensajeros, sirvieron al propósito de Dios en la antiguo pacto. Pero ahora el Hijo, el Verbo hecho carne (Juan 1:1-3), habla no sólo en nombre de Dios, sino siendo Dios.
Esto nos lleva a una verdad más profunda: Jesús no vino a abrogar la Ley, sino a cumplirla (Mateo 5:17). La Ley apuntaba hacia adelante, contenía tipos, símbolos, sombras. Los ángeles pueden haber mediado en ese pacto (Gálatas 3:19), pero siempre estaba esperando el día de su cumplimiento. Hebreos 8:13 dice que el antiguo pacto “se está volviendo obsoleto”, no porque haya fracasado (Pablo también señala esto en Romanos 3:21), sino porque Jesús completó su propósito. Él es el descanso que esperaban los peregrinos (Hebreos 4:8-10). Él es el Rey que Dios prometió a David que reinaría para siempre (2 Samuel 7:14). Él es el Hijo del Salmo 2 que heredaría las naciones.
Así que el mensaje es claro: Jesús no es simplemente otro en la línea de los profetas, reyes o ángeles. Es la revelación de Dios mismo. Como dice Hebreos 1:1-2: “en estos postreros días, [Dios] nos ha hablado por el Hijo”. El Hijo que crea, sostiene, redime y reina. La Ley dio testimonio de Él. Los profetas esperaban en Él. Los ángeles le adoran.
Y ahora, Él se nos revela.