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Devocional 03 Junio 2025

June 03, 2025 • Steve Torres
"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham." (Hebreos 2:14-16, RVR1960)

Hay un profundo misterio y esperanza en estos versículos. Jesús no se hizo ángel, aunque sean seres gloriosos. Se hizo como nosotros, compartiendo nuestra carne y nuestra sangre, no simplemente para empatizar, sino para morir. ¿Para qué? Para que, al morir, venciera a la muerte misma y acabara con el dominio del diablo sobre la humanidad.

Pero fíjate bien: a los que Él ayuda no se les llama “humanidad” en general, sino “descendencia de Abraham”. A primera vista, esto podría parecer que limita la salvación a una nación. Sin embargo, las Escrituras definen este término mucho más allá de la ascendencia.

Juan el Bautista advirtió a los fariseos que no se fiaran de su linaje de sangre: “Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.” (Mt. 3:9). Pablo lo aclara en Romanos 9:6-8, no todos los descendientes de Israel son realmente Israel. Jesús mismo dice en Juan 8:39-45 que los verdaderos hijos de Abraham son los que hacen lo que Abraham hizo: creer y obedecer.

Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia (Gn. 15:6). Esta fe, no la sangre, es la línea familiar que Jesús vino a redimir. Él se hizo carne y sangre para que incluso aquellos que no nacieron en la línea física de Abraham pudieran nacer de nuevo en su línea espiritual.

Y si tienes fe en Cristo, ese eres tú. No eres un extraño. No eres secundario con respecto a los hijos nacidos de la sangre de Abraham (Juan 1:12-13). Eres hijo de Abraham, hermano de Cristo, coheredero en la familia de Dios, ¡nacido de la sangre de Cristo! Ya no eres esclavo del miedo a la muerte. Jesús ha participado de tu naturaleza para introducirte en la suya.

Así que vive hoy con valentía. Formas parte de la gran misión de Dios, no por la sangre, sino por la fe. No por méritos, sino por misericordia. Jesús no vino a redimir a una nacionalidad, vino a redimirte a ti que tienes fe en Él.

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