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Devotional 16 Junio 2025

June 16, 2025 • Steve Torres

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"Como también dice en otro pasaje: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente" (Hebreos 5:6-7, RVR1960)

Aunque la referencia a Melquisedec en el versículo 6 introduce un concepto importante, volveremos a ello cuando el autor lo explique con más detalle en Hebreos 6 y 7. Por ahora, nos centraremos en la conmovedora imagen de Jesús que aparece en el versículo 7: Jesús orando con “gran clamor y lágrimas “, experimentando plenamente el sufrimiento y la necesidad humanos.

Esta vívida imagen desafía las representaciones a menudo estoicas de Jesús. No era una figura distante y desapegada, ajena a las cargas de la vida. Sentía el peso del dolor y el sufrimiento igual que nosotros. Sus oraciones no eran compuestas ni frías, sino desesperadas y sinceras, como suelen ser las nuestras. En su agonía en Getsemaní (Lucas 22:44), sudó sangre, gritó y se sometió por completo a la voluntad del Padre. Este es el mismo Jesús que lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11:35) y que gimió en espíritu (Juan 11:33).

Estas verdades nos recuerdan que cuando sufrimos, lloramos y luchamos en la oración, no estamos quebrantados ni nos falta fe, sino que estamos recorriendo el camino que recorrió nuestro Salvador. Él nos comprende. Más que eso, nos invita a acercarnos con valentía: “Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.” (Hebreos 4:16).

Jesús fue escuchado debido a su reverencia: su obediencia llena de reverencia y su sumisión a la voluntad del Padre. No exigió la liberación, sino que se encomendó a Aquel que salva. Esto no es solo nuestro ejemplo, ¡es nuestra esperanza! Porque Él fue escuchado, nosotros también podemos estar seguros de que Dios nos escucha. Nuestro Sumo Sacerdote sabe lo que es suplicar ayuda, y está dispuesto a ayudarnos en nuestro momento de necesidad (Hebreos 2:18).

Así que no escondas tus lágrimas. Llévalas ante el trono. No estás solo, y eres escuchado.

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