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Devotional 26 Junio 2025

June 26, 2025 • Steve Torres

Hebreos 7:18-19.jpg

"Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 16no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios." (Hebreos 7:11-19, RVR1960)

El libro de Hebreos da un giro significativo en el capítulo 7. Después de establecer que Jesús es la revelación definitiva y divina de Dios (Heb. 1:1-3), el autor pasa ahora a mostrar que Jesús trae consigo un pacto mejor, uno que realmente cambia vidas y nos lleva a la presencia misma de Dios.

El argumento comienza señalando que el sacerdocio levítico nunca fue capaz de hacer perfectas a las personas (v. 11). La ley exigía justicia, pero no podía producirla. Expuso el pecado, pero no pudo limpiarlo. Instruyó al pueblo a amar a Dios con todo su corazón, pero no pudo darles un corazón nuevo. Como dice Pablo: «Por medio de la ley viene el conocimiento del pecado» (Rom. 3:20), y lo que es peor, nuestra carne pecaminosa quiere rebelarse contra los mandamientos de Dios (Rom. 7:7-13). La ley es como un tutor (Gálatas 3:24-25), que nos preparaba hasta que viniera Cristo.

Así que Dios, en su misericordia, prometió un nuevo día. Incluso dentro del antiguo pacto, los profetas esperaban con ansias un nuevo pacto, un tiempo en el que la ley estaría escrita en nuestros corazones (Jeremías 31:31-34). Ese tiempo ha llegado en Jesús. El antiguo sistema, atado al sacerdocio de Aarón y Leví, no podía acercarnos a Dios. Pero ahora ha venido un nuevo sacerdote, no por linaje, sino por el poder de una vida indestructible (Heb. 7:16). Jesús, nuestro Sumo Sacerdote perfecto, ha introducido un pacto que realmente funciona, uno que no solo declara lo que es santo, sino que santifica a las personas.

Este pacto hace lo que el antiguo no podía hacer: cambia los corazones. Nos invita a la comunión con Dios, no a través de rituales o sacrificios repetidos, sino a través de Jesús, que se ofreció a sí mismo de una vez por todas. Como dice Hebreos 7:19, se introduce “una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios”.

Así que hoy, anímate: no estás bajo el peso de un sistema que no puede salvarte. Estás bajo la gracia, en manos de un Salvador que ya ha hecho lo que nosotros nunca podríamos hacer. En Jesús, tienes acceso al mismo Dios. Él es mejor, y trae un pacto mejor.

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