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Devotional 05 Julio 2025

July 05, 2025 • Steve Torres
"Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan." (Hebreos 9:27-28, RVR1960)

El autor de Hebreos va construyendo un clímax en el capítulo 9: Jesús no es simplemente un sacerdote mejor, sino el Sumo Sacerdote definitivo cuya obra ha sido consumada. Su sacrificio único no solo cubrió el pecado, sino que lo eliminó (Hebreos 9:26). A diferencia del Antiguo Pacto, en el que los sacerdotes ofrecían continuamente sacrificios por pecados que nunca podían ser verdaderamente eliminados, Jesús se ofreció a sí mismo una sola vez, derrotando decisivamente el poder del pecado.

Y aquí está la buena noticia: si el pecado ha sido eliminado por el sacrificio de Cristo, entonces ya no tiene autoridad para esclavizar a quienes confían en Él. La culpa, la vergüenza, el poder… todo se ha roto. Ya no somos prisioneros del pecado y de la muerte. Esa interminable rutina de sacrificios bajo el Antiguo Pacto apuntaba a la necesidad de algo más grande. Jesús es esa esperanza más grande.

El escritor traza entonces un paralelismo muy claro. Así como el hombre muere una vez y luego se enfrenta al juicio, Cristo también apareció una vez para cargar con el pecado, y volverá a aparecer. Pero esta vez, no para ser juzgado, ni para sufrir, ni para lidiar con el pecado de nuevo. Su segunda aparición es para salvar a aquellos que lo esperan ansiosamente. No viene como víctima, sino como Victorioso y Rey.

Este es el punto crucial de nuestra seguridad: el Juez es también Aquel que murió por nosotros. Como escribe Pablo: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:33-34). Él ya ha vencido. Y ahora descansamos en esa victoria. En Jesús, tenemos un mejor Profeta que habla desde el cielo, un mejor Sumo Sacerdote que se ofreció a sí mismo de una vez por todas, y un mejor Rey que juzga con justicia y misericordia. Él ha vencido al mundo, y por la fe en Él, nosotros también (1 Juan 5:4).

Por eso el Nuevo Pacto se llama reposo (Hebreos 4:9-11). Porque la batalla ya se ha luchado y ganado. Porque el que murió es el que reina. Y porque Él vendrá de nuevo, no con ira para los que confían en Él, sino con salvación.

Esperad con ansias. Caminad con confianza. Avanzad en la victoria. Descansad plenamente. Jesús es mejor.

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