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Devocional 01 Agosto 2025

August 01, 2025 • Steve Torres

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"Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz." (Hebreos 11:31, RVR1960)

A primera vista, Rahab parece una candidata poco probable para entrar en el “Salón de la Fe”. Una prostituta en una ciudad pagana, más conocida por su reputación que por su integridad, y sin embargo, las Escrituras la elevan como modelo de fe salvadora. ¿Por qué?

Porque Rahab vio. Vio que Jericó, con todas sus gruesas murallas y sus vanaglorias mundanas, no era rival para el Dios vivo. Cuando los espías entraron en su ciudad (Josué 2:1), ella reconoció que no se trataba solo de una amenaza militar, sino de la llegada de un reino. “Sé que Jehová os ha dado esta tierra”, confesó (Josué 2:9), y declaró: “vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Josué 2:11). Eso no es solo percepción; es fe: “la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

La respuesta de Rahab no fue una creencia pasiva. Escondió a los espías con gran riesgo para sí misma, alineándose con el pueblo de Dios en lugar de con su propia ciudad (Santiago 2:25). Al hacerlo, salió del reino en ruinas de este mundo y entró en la seguridad del pacto de Dios. Esa decisión la salvó a ella y a su familia (Josué 6:17, 22-23). Pero más que eso, ¡la unió a la línea del Mesías (Mateo 1:5)!

La fe que salva nunca es abstracta. Ve cómo se tambalea el fundamento del mundo, oye los pasos del reino de Dios y se atreve a arriesgarlo todo por la esperanza de la salvación. Rahab vio esa esperanza y respondió. En ella vemos una imagen del evangelio: el forastero acogido, el avergonzado redimido, el perdido convertido en familia (Efesios 2:12-13).

Y así, hoy estamos llamados a tener el mismo tipo de visión. Mira a tu alrededor, los muros de las promesas de este mundo no son tan fuertes como parecen. Al igual que Rahab, que tengamos el valor de ver más allá de lo que se desvanece, hacia el reino que ha llegado y que aún está por llegar (Hebreos 12:28), y de actuar con fe como ciudadanos de una ciudad mejor.

Rahab sigue hablando como testigo de una fe que ve llegar el Reino y actúa con esa esperanza. Que tengamos oídos para oír.

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