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Devocional 28 Agosto 2025

August 28, 2025 • Steve Torres

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“Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer; porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.” (1 Pedro 2:7–8, RVR1960)

Pedro traza aquí una línea definida: Cristo es o bien la piedra angular inamovible de tu vida, o bien la piedra sobre la que tropiezas. No hay una respuesta neutral. Cita el Salmo 118:22, una profecía cumplida en el rechazo y exaltación de Jesús (véase Mateo 21:42–44). Para los que creen, Cristo es “escogido y precioso” (1 Pedro 2:4–6); para los que lo rechazan, Él es el mismo Juez que sus corazones resisten (Juan 5:22–23).

Juan escribió: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19). El mismo sol que derrite el hielo endurece el barro. La presencia de Cristo revela la verdadera condición de cada corazón, “puesto para caída y para levantamiento de muchos” (Lucas 2:34). Sus parábolas ilustran esta realidad: una semilla, pero distintos terrenos (Mateo 13:1–23); una invitación, pero vírgenes prudentes y necias (Mateo 25:1–13); una tormenta, pero casas que o se mantienen firmes o se derrumban (Mateo 7:24–27).

Pedro no esquiva la soberanía de Dios: la incredulidad misma cumple los propósitos divinos (Hechos 4:27–28; Romanos 9:22–23). Aquellos que tropiezan lo hacen porque “son desobedientes a la palabra; y para esto estaban destinados.” Sin embargo, para los creyentes, Cristo no es vergüenza, sino honra (1 Pedro 1:6–7). Como oro probado por fuego, su fe es hallada genuina. No es por bondad propia, sino porque Cristo da un nuevo nacimiento (1 Pedro 1:3), un corazón de carne en lugar del de piedra (Ezequiel 36:26) y Su propia vida fluyendo en nosotros (Gálatas 2:20).

La imagen de la piedra angular es profundamente consoladora. A diferencia de la arena movediza, Cristo es un fundamento inconmovible. Pero esta verdad también confronta: ¿es Jesús para ti piedra de tropiezo, o es la piedra angular de tu vida? La respuesta no es solo una cuestión de gusto; es ontológica: revela si somos ovejas que oyen su voz (Juan 10:26–27) o de los que lo rechazan.

Cada persona debe responder: “¿Qué haré con Jesús?” La cruz es “locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18). No hay punto medio. ¿Tropezarás en Él, o te afirmarás en Él para siempre?

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