Las palabras de Pedro han sido trágicamentedistorsionadas a lo largo de la historia para defender la esclavitud o excusar el abuso, pero esa no es su intención. Él no está elogiando la injusticia ni aprobando a los amos crueles; más bien, se dirige a los cristianos que ya se encuentran en situaciones injustas, llamándolos a vivir fielmente en medio de un mal del que no pueden escapar de inmediato. El punto no es legitimar la opresión, sino replantear el sufrimiento como una oportunidad para mostrar la gracia de Dios.
El llamado de Pedro se conecta directamente con el tema principal de su carta: la vida cristiana es un fuego que refina (1 Pedro 1:6–7), un campo de prueba para la fe genuina. La frase «Criados… estad sujetos» (v. 18) hace eco de su mandato de someterse a las autoridades gubernamentales «por causa del Señor» (1 Pedro 2:13). En ambos casos, Pedro fundamenta su exhortación no en una obediencia ciega, sino en la confianza en la justicia de Dios (Romanos 12:19). Él está enseñando a los creyentes a soportar el trato injusto con el corazón puesto en la aprobación de Dios, no en la vindicación humana.
El ejemplo supremo es Jesús. Pedro cita Isaías 53:9: «el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca». Jesús fue el único hombre verdaderamente inocente y, sin embargo, sufrió la vergüenza y la ejecución a manos de pecadores, no porque fracasara, sino porque obedeció. Su sufrimiento no fue en vano; de sus heridas brotó la salvación para el mundo (Isaías 53:4–6; 1 Pedro 2:24).
Desde esta perspectiva, el sufrimiento injusto se convierte en un espejo de la propia obediencia de Cristo. Al igual que José, quien pudo decir: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien» (Génesis 50:20), los creyentes muestran el poder de la redención de Dios cuando soportan la injusticia con fe. Esto no nos silencia para que no hablemos la verdad o busquemos la justicia , el propio Pedro desafió a las autoridades corruptas (Hechos 5:29), pero sí nos enseña que la venganza pertenece a Dios (Romanos 12:19), y que la paciencia al soportar proclama el evangelio con más fuerza que cualquier represalia (Mateo 5:10–12).
Cuando sufres injustamente, estás siendo invitado a entrar en la historia de Cristo. Tu fe silenciosa en medio del sufrimiento declara que crees en el Juez que «hace nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21:5). Tu perseverancia no es en vano; es algo que «ciertamente es aprobado delante de Dios» (v. 20). Al igual que Cristo, tu sufrimiento se convierte en un testimonio de que la gracia de Dios es más fuerte que el mal.