# MOVED HERE!

Devocional 11 Septiembre 2025

September 11, 2025 • Steve Torres

1 Peter 4:10-11.jpg

“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 4:7–11, RVR1960)

Pedro nos recuerda que la vida cristiana no es una existencia pasiva, sino un llamado vibrante. “Mas el fin de todas las cosas se acerca” (v.7). Porque el Señor está cerca, nuestras vidas deben caracterizarse por la vigilancia y la oración (Romanos 13:11–12; Santiago 5:8). Esta preparación no es una espera sombría, sino un servicio activo para el Rey que es digno de toda gloria.

En el centro de esta vida está el amor: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados” (v.8). El amor no significa ignorar el pecado, sino sobrellevarnos unos a otros con gracia, perdonando como Cristo nos ha perdonado (Proverbios 10:12; Colosenses 3:13–14). El amor nos mantiene unidos como el cuerpo de Cristo, evitando que nos dividamos.

Pedro da ejemplos concretos de cómo se vive este amor. “Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones” (v.9). La hospitalidad no es un extra opcional; es una manera de recibir a nuestros hermanos como a Cristo mismo (Romanos 12:13; Hebreos 13:2). Ya sea abriendo nuestros hogares, compartiendo nuestras mesas o prestando nuestros recursos, servimos porque Dios nos ha servido tan ricamente.

Luego Pedro amplía la visión: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros” (v.10). Todo cristiano ha recibido gracia para el bien de los demás. Los que hablan deben hacerlo como si Dios mismo hablara (2 Timoteo 3:16; 2 Corintios 5:20). Los que sirven deben apoyarse no en su propia fuerza sino en la fuerza que Dios provee (Colosenses 1:29). En palabra y en obra, vivimos la realidad de que Cristo es Señor.

Finalmente, Pedro nos muestra el verdadero propósito: “para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo” (v.11). La meta no es simplemente mantener una comunidad “bien organizada”, sino que nuestras vidas de oración, amor, hospitalidad, enseñanza y servicio resuenen para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31; Judas 24–25). A Él pertenezca la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.

Share this post: