# MOVED HERE!

Devocional 23 Septiembre 2025

September 23, 2025 • Steve Torres

2 Pedro 1:5-7.jpg

“vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2 Pedro 1:5-7, RVR1960)

La lista de virtudes de Pedro no es una colección al azar de ideales cristianos, sino una progresión moldeada por el Espíritu para crecer en Cristo. La fe es el fundamento, el don que recibimos en la salvación (Efesios 2:8–9). Sin embargo, Pedro nos recuerda que la fe no permanece sola: produce fruto. Como dice Pablo: “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Santiago afirma la misma verdad: “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17). La fe salvadora está viva, y su vida se ve en la transformación.

Pedro nos manda “ poniendo toda diligencia” (v. 5). Esto nos muestra que la madurez espiritual no es automática. Dios provee el poder divino (2 Pedro 1:3–4), pero debemos responder con diligencia. La vida cristiana no es pasiva ni mística; es una búsqueda diaria de parecerse a Cristo. No hay rito secreto, ni conocimiento oculto, ni atajo a través de encuentros angelicales. El crecimiento es una perseverancia capacitada por el Espíritu en el caminar ordinario de obediencia.

Notemos el orden de la lista de Pedro. Cada cualidad refleja a Jesús mismo: Su excelencia moral (virtud), Su sabiduría (conocimiento), Su disciplina (dominio propio), Su perseverancia (paciencia), Su reverencia (piedad), Su bondad fraternal, y sobre todo, Su amor. Crecer en estas cosas es crecer en Él (Romanos 8:29). La progresión comienza con la fe y culmina en el amor, repitiendo las palabras de Pablo: “la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6).

Para nosotros hoy, esto significa tomar el llamado de la diligencia diaria. ¿Practicamos el dominio propio en nuestros hábitos? ¿Perseveramos cuando llegan las pruebas? ¿Amamos a los hermanos y hermanas que Dios ha puesto a nuestro alrededor? Ninguna de estas cosas viene por accidente; se cultivan cuando nos sometemos a la guía del Espíritu. La promesa es que al poner toda diligencia, Dios mismo obra en nosotros, formándonos a la imagen de Cristo. Y ese es el camino hacia la madurez, una fe que no se queda quieta, sino que avanza hasta ser perfeccionada en el amor.

Share this post: