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Devocional 29 Septiembre 2025

September 29, 2025 • Steve Torres

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“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:19–21, RVR1960)

Pedro acababa de describir la Transfiguración, un momento de gloria divina que pocos ojos humanos llegaron a presenciar (2 Pedro 1:16–18). Sin embargo, de manera sorprendente, nos dirige a algo “más seguro” que incluso esa experiencia: la palabra profética de Dios. En esto, Pedro muestra humildad, rehusando centrar la autoridad en sí mismo o en su experiencia, y en su lugar la fundamenta en la Escritura.

La autoridad de la Escritura no descansa en la habilidad de sus escritores humanos, sino en su origen divino. Como afirma Pedro, “nunca la profecía fue traída por voluntad humana” (v. 21). Los profetas no inventaron sus mensajes, ni interpretaron los propósitos de Dios por sí mismos. Ellos fueron “inspirados por el Espíritu Santo.” Esta verdad es reflejada también en las palabras de Pablo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Lo que tenemos en nuestras manos al abrir la Biblia no es un simple registro humano, sino la misma Palabra de Dios.

Por esto, Pedro nos llama a “estar atentos” a la Palabra “como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (v. 19). En este mundo presente de confusión y pecado, la Escritura provee la única luz segura. Así como declara el Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino,” así caminamos con esta antorcha hasta que “el día esclarezca y el lucero de la mañana salga” una referencia a Cristo mismo, la Estrella resplandeciente de la mañana (Apocalipsis 22:16).

Pablo nos recuerda en 1 Corintios 13:9–12 que nuestro conocimiento y profecía son parciales ahora, pero un día veremos cara a cara. Hasta entonces, la antorcha de la Palabra de Dios nos guía, moldeándonos a la semejanza de Cristo (Romanos 8:29). La Biblia no es un libro humano para ser debatido como cualquier otro: es la voz del Espíritu, confirmada y resplandeciente, que nos lleva hasta que Cristo mismo amanezca en nosotros por completo en gloria.

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