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Devocional 7 Octubre 2025

October 07, 2025 • Steve Torres

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“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” (2 Pedro 3:14, RVR1960)

Las palabras de Pedro contienen una tensión que define la vida cristiana: “Estando en espera… procurad con diligencia.” Esperar implica paciencia y confianza, pero la diligencia requiere esfuerzo y enfoque. Juntas describen el ritmo de la fe: una esperanza reposada unida a una vida con propósito.

Antes en su carta, Pedro exhortó a los creyentes a “poner toda diligencia” para añadir a su fe virtud y perseverancia (2 Pedro 1:5–10). Aquí vuelve a ese llamado, pero a la luz del fin. Ya que “los cielos, encendidos, serán deshechos” (3:12), nuestra esperanza debe estar desprendida de lo temporal. Trabajamos no para preservar este mundo que perece, sino para reflejar la santidad de los nuevos cielos y nueva tierra en los cuales mora la justicia (3:13).

Esta diligencia no es un esfuerzo frenético por aceptación, porque ya hemos sido reconciliados con Dios por medio de Cristo. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). La paz que menciona Pedro no es mera calma, sino la plenitud que viene de pertenecer a Dios. Trabajamos desde la paz, no hacia ella.

Ser “sin mancha e irreprensibles” recuerda tanto la pureza del cordero sacrificado (1 Pedro 1:19) como el propósito de la obra redentora de Cristo: “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga” (Efesios 5:27). Así como Cristo fue la ofrenda sin mancha, Su pueblo es llamado a vivir como aquellos purificados por Su sangre.

El llamado de Pedro también nos guarda de la complacencia. Los ángeles reprendieron a los discípulos después de la ascensión: “¿Por qué estáis mirando al cielo?” (Hechos 1:11). El mismo Señor que fue tomado volverá, pero mientras tanto, Sus seguidores deben ir, trabajar y proclamar. Nuestra espera es activa, cargada de propósito santo.

A diferencia de los falsos maestros que “prometen libertad” pero “son esclavos de corrupción” (2 Pedro 2:19), los creyentes viven como verdaderamente libres. Nuestra libertad no es licencia, sino liberación del pecado para la justicia (Romanos 6:18). Trabajamos porque Cristo ya ha obrado por nosotros. Como escribe Pablo, “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Por tanto, mientras esperamos la venida del Señor, seamos diligentes, no ansiosos ni ociosos, sino firmes, santos y en paz. Nuestro trabajo no es en vano, porque fiel es Aquel que nos llamó.

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