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Devocional 11 Octubre 2025

October 11, 2025 • Steve Torres

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“Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” (1 Corintios 1:4–9, RVR1960)

Pablo recuerda a los corintios que en Cristo ya poseen todo lo que necesitan, no solo para la salvación, sino también para el conocimiento y los dones que los sostendrán hasta el día de Cristo. La corrección que pronto recibirá esta iglesia no será señal de que Dios haya fallado, pues el Señor permanece fiel aun cuando nosotros fallamos. Su fidelidad es el poder que sostiene su llamado a ser santos juntos, separados del mundo pero unidos en la comunión de su Hijo. Por tanto, nuestra confianza no descansa en nuestra sabiduría ni en nuestra fuerza, sino en la fidelidad inmutable de Aquel que nos llamó.

Esta verdad refleja las palabras de Pedro: Dios “nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Pedro 1:3). La vida del creyente comienza y continúa en la suficiencia de Cristo. Pablo da gracias a Dios, no porque los corintios sean perfectos, sino porque la gracia ya está obrando en ellos. Incluso sus dones (la palabra, el conocimiento, el discernimiento) son evidencias de la generosidad divina (Santiago 1:17). Aunque Pablo luego corregirá el mal uso de estos dones, primero afirma su fuente: todo lo bueno que poseen proviene del Dios fiel que los llamó.

La fidelidad del Señor es el hilo que recorre todo el pasaje. Así como Dios sostuvo a Israel en el desierto a pesar de sus fracasos (Deuteronomio 7:9; Nehemías 9:17), así también sostiene hoy a su iglesia. Cristo mismo garantiza nuestra perseverancia: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).

Ser “irreprensibles en el día de nuestro Señor” no resulta de una vida sin fallas, sino de una gracia fiel. Cristo “os confirmará hasta el fin” porque Él es el Fiel (2 Tesalonicenses 3:3). El llamado a ser “santos juntos” no es una carga de desempeño, sino una invitación a confiar. Dios no espera nuestro éxito para probar su fidelidad; más bien, su fidelidad es lo que hace posible nuestra perseverancia.

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