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Devocional 21 Octubre 2025

October 21, 2025 • Steve Torres

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"Antes bien, como está escrito: Cosa que ojo no vio, ni oído oyó, Ni ha subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman." (1 Corintios 2:9, RVR1960)

Pocas veces se cita un versículo fuera de su contexto tanto como este. Muchos lo usan para afirmar que Dios tiene bendiciones materiales escondidas listas para quienes tengan suficiente fe. Pero Pablo no está hablando de riquezas, éxito o ascensos laborales. La frase “antes bien” al comienzo del versículo indica que él está continuando su argumento, no cambiando de tema. En los versículos anteriores, Pablo dice que los príncipes de este siglo, con toda su sabiduría humana, no entendieron el plan de Dios, porque si lo hubieran entendido, “no habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Cor 2:8).

El misterio que Pablo celebra no es la provisión material, sino la redención. Lo que ningún ojo vio, ni oído oyó, ni mente humana pudo imaginar, es que el Dios infinito y santo se haría hombre, sufriría a manos de Su propia creación, y moriría por su salvación. El evangelio es la “sabiduría oculta de Dios” (1 Cor 2:7), una sabiduría tan profunda que ni los profetas la comprendieron plenamente, aunque “indagaban diligentemente” acerca de ella (1 Ped 1:10–12).

Usar este pasaje como lema de prosperidad terrenal es vaciarlo de su gloria. Es convertir la sangre de Cristo en una plataforma para la comodidad y la riqueza. Pablo no está hablando de nuestro próximo aumento ni de nuestra próxima casa; está hablando de la cruz, donde lo inimaginable se hizo realidad. El plan que ningún filósofo pudo concebir y que ninguna religión pudo alcanzar ha sido revelado a los que le aman: la reconciliación con Dios por medio de Jesucristo (Rom 5:8–11; Efe 2:4–9).

No nos cansemos del maná del cielo como Israel una vez lo hizo (Núm 11:6). El milagro ya ha sido dado. La sabiduría de Dios ya ha sido revelada. Y es suficiente. El secreto, la señal, la promesa: el mayor don preparado para los que le aman es Cristo mismo. Y Cristo es suficiente!

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