# MOVED HERE!

Devocional 4 Noviembre 2025

November 04, 2025 • Steve Torres

1 Corintios 4:15.jpg

“Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Corintios 4:15–21, RVR1960)

La iglesia en Corinto había comenzado a admirar a maestros elocuentes y a “expertos” espirituales. Se enorgullecían de pertenecer a ciertos líderes, pensando que sonar sabios era señal de madurez. Pero Pablo les recuerda que guiar no es lo mismo que amar. Hay muchos instructores, pero pocos que trabajen por el bien de los demás. Un verdadero padre espiritual no habla para ser admirado; se entrega a sí mismo para que Cristo sea formado en otros (Gálatas 4:19; 1 Tesalonicenses 2:11–12).

Cuando Pablo dice que se convirtió en su “padre,” no exige autoridad, sino que recuerda la relación que tiene con ellos a través del evangelio. Fue él quien les predicó de Cristo, dándoles vida espiritual, y sigue preocupado por su crecimiento. Esto no contradice el mandato de Jesús: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra” (Mateo 23:9); más bien, muestra la diferencia entre la jerarquía mundana y el afecto piadoso. La verdadera paternidad en Cristo no se trata de estatus, sino de mayordomía: de estar dispuesto a decir la verdad, aunque duela, porque el amor busca la santidad, no la aprobación (Hebreos 12:5–11).

Cuando Pablo envía a Timoteo, su “hijo amado y fiel en el Señor” (v. 17), les está enviando otro ejemplo viviente de humildad y fidelidad. Timoteo no trae una nueva revelación ni conocimiento secreto, sino el mismo mensaje que Pablo enseña “en todas partes y en todas las iglesias.” El evangelio no avanza por la novedad ni por el carisma, sino por la verdad constante hablada con amor.

Finalmente, Pablo advierte que los “arrogantes” pueden hablar con confianza, pero el reino de Dios “no consiste en palabras, sino en poder” (v. 20). El poder al que se refiere no es retórico ni político, sino la obra transformadora del Espíritu Santo (1 Tesalonicenses 1:5; Romanos 14:17). Las palabras pueden impresionar, pero solo el Espíritu da vida. Al igual que los corintios, debemos probar no solo lo que la gente dice, sino el fruto de sus vidas. ¿Aman como Cristo amó? ¿Corrigen como un padre corrige a sus hijos? Porque el reino de Dios se conoce no por la jactancia, sino por el poder de la verdad que obra mediante el amor.

Share this post: