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Devocional 10 Noviembre 2025

November 10, 2025 • Steve Torres

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“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Corintios 6:9–11, RVR1960)

Pablo les recuerda a los corintios que el orgullo no tiene lugar en aquellos que han sido redimidos. Después de reprenderlos por demandarse unos a otros, dirige su mirada hacia la gracia que los salvó. Los injustos no heredarán el reino de Dios (Efesios 5:5), y ellos estaban entre ellos. Pero Dios hizo lo que ellos jamás podrían haber hecho: los lavó, los santificó y los justificó por medio de la obra de Cristo y del Espíritu. No es la disciplina humana ni la reforma moral lo que rescata al pecador, sino la misericordia divina (Tito 3:4–7).

El resultado de esta misericordia no es libertinaje, sino obediencia amorosa. No obedecemos para ganar el favor de Dios; obedecemos porque ya lo hemos recibido. La gratitud hacia Dios naturalmente se desborda en el deseo de honrarle. Como dijo Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Nuestra obediencia es nuestra acción de gracias, nuestra declaración viva de que Aquel que nos salvó es digno de todo lo que somos. Pablo exhorta a los creyentes a “presentar vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).

El orgullo olvida la gracia; la gratitud la recuerda. El orgullo exalta al yo; la gratitud se inclina en adoración. Vivir en gratitud es vivir en obediencia, ofreciéndonos cada día como sacrificios de acción de gracias al Dios que nos hizo nuevos. No fuimos salvos por la ley, sino por el amor: lavados, santificados y justificados en Cristo Jesús (Hebreos 10:10).

Y por eso estamos agradecidos.

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