
Pablo aborda este pasaje con una honestidad pastoral. Les dice a los corintios que él “no tiene mandamiento del Señor”, pero habla como alguien digno de confianza y lleno de sabiduría (1 Co 7:25). Sus palabras no son una nueva ley divina; son un consejo guiado por el Espíritu para una iglesia que enfrenta presiones reales e inmediatas. Pablo escribe “en el tiempo,” en un mundo marcado por hambre, inestabilidad, persecución y urgencia misionera. Algunas cosas que eran futuras para él ahora son pasadas para nosotros, pero su lógica pastoral permanece clara: en tiempos de angustia, la iglesia debe priorizar la fecundidad espiritual por encima de construir circunstancias terrenales ideales.
Pablo les exhorta a permanecer como están (vv. 26–27), no porque el matrimonio o la vida familiar sean pesados o pecaminosos, sino porque los grandes cambios de vida requieren energía, atención y un corazón dividido. “Tendrán aflicción de la carne,” dice acerca de los que se casan (v. 28). Pablo no está condenando el matrimonio; está advirtiendo que, en un momento de crisis, incluso las buenas responsabilidades pueden volverse abrumadoras, desviando a los creyentes de la obra que Dios les ha encomendado.
Su razonamiento se basa en la realidad de que “el tiempo es corto” y que “la apariencia de este mundo se pasa” (vv. 29, 31). Por eso Pablo llama a los cristianos a sostener incluso los mejores dones de la vida con ligereza, el matrimonio, el duelo, el gozo, las posesiones, las oportunidades, no con frialdad, sino con una perspectiva eterna. Cuando los tiempos son inestables, el pueblo de Dios debe permanecer firme, enfocado y libre de ansiedades que dividen el corazón (v. 35).
Esto también desafía la suposición mundana de que el legado espiritual se preserva mediante la reproducción biológica. Pablo ve a la iglesia no como una familia biológica sino como una familia nacida de nuevo. Como escribe Juan, los hijos de Dios son aquellos que nacen “no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12–13). El evangelio no avanza por genética—avanza por la proclamación, la fe y el poder de la resurrección (Rom 9:8; Ef 2:1–5).
El mensaje de Pablo no es evitar el matrimonio, sino evitar una vida ansiosa. Su deseo es que los creyentes, ya sean solteros o casados, vivan con una devoción sincera al Señor (v. 35). En toda temporada, pero especialmente en tiempos de presión, el llamado sigue siendo el mismo: confía en Dios con tus circunstancias, sostiene este mundo con ligereza y entrega a Cristo todo tu corazón.