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Devocional 22 Noviembre 2025

November 22, 2025 • Steve Torres

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“Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina. Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.” (1 Corintios 8:7–8, RVR1960)

Pablo continúa contrastando la sabiduría del mundo con la Sabiduría del Espíritu. Los corintios “saben” que los ídolos nada son, y por lo tanto “saben” que la carne sacrificada a los ídolos es inofensiva. Pero Pablo los detiene: no todos poseen ese conocimiento. Algunos creyentes, recién salidos de trasfondos paganos, todavía asocian la carne sacrificada a los ídolos con la adoración idolátrica. Su conciencia aún no está entrenada por las Escrituras; sigue moldeada por experiencias pasadas. Si se les presiona a comer, no participan simplemente en un acto inocente: participan en algo que ellos creen que Dios prohíbe. Y Pablo dice que cuando alguien actúa contra su conciencia, su conciencia se contamina (1 Corintios 8:7).

La sabiduría del mundo dice que, si algo es inofensivo, deberías hacerlo con confianza y animar a otros a hacerlo también. Pero la Sabiduría del Espíritu enseña lo contrario: nunca es seguro ir contra la conciencia, y nunca es amoroso llevar a alguien a hacer lo que cree que es pecado. “Todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:23). Aun si el acto en sí mismo es neutral, la postura del corazón importa. El pecado no se define meramente por la naturaleza de la acción, sino por la rebeldía. Hacer lo que creemos que Dios desaprueba (aunque estemos equivocados) es escoger desobediencia.

Por eso Pablo advierte que animar a un creyente débil a violar su conciencia no es un asunto pequeño, sino una herida seria a su alma. Más adelante incluso dirá que es un pecado “contra Cristo mismo” (1 Corintios 8:12). Los creyentes inmaduros necesitan instrucción paciente, no presión; necesitan protección, no provocación. Hebreos dice que el discernimiento se desarrolla “en el uso” (Hebreos 5:14), y hasta que la conciencia esté entrenada, los cristianos deben proceder con suavidad.

A la vez, Pablo recuerda al creyente fuerte una verdad liberadora: la comida no nos hace más aceptos ante Dios (1 Corintios 8:8). Jesús mismo declaró limpios todos los alimentos (Marcos 7:18–19). Nuestra relación con Dios se funda solamente en Cristo, no en dietas, tabúes, ni costumbres culturales (Filipenses 3:8–9). Comer no nos acerca más a Dios; abstenerse no nos aleja. Lo que importa es si nuestras acciones están formadas por el amor y efectuadas en fe.

Así que el mensaje de Pablo es claro: la libertad cristiana es real, pero el amor cristiano debe gobernar cómo la usamos. El conocimiento sin amor destruye, pero el conocimiento guiado por el amor protege la conciencia, nutre la madurez y dirige a los creyentes hacia una obediencia que brota del corazón.

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